Presos y paradojas

André Scheller D´ Angelo

Quienes consideramos que la imposición de las penas o el incremento en el quantum de las mismas no es la pomada social que acaba con todos los males del mundo, hemos esgrimido ante un sinnúmero de audiencias de todo tipo, aquellos motivos que nos llevan a pensar que el incremento del pensamiento punitivo es y será durante muchos años, uno de los grandes males que aquejará a la sociedad.

Todo tipo de artilugio convertido en argumento que se encuentre en manos de un verdadero criminólogo o Penalista, podrá ser utilizado por éste para defender con ahínco el hecho de que la pena ha de ser “la última ratio”;  en ésta empresa, miles de líneas se han destilado tratando de explicar, por qué la amenaza de la pena amedrenta a quien no delinque, pero al delincuente lo último que se le pasa por la cabeza es que una vez que lo atrapen tendrá que purgar una pena. De igual forma, las penas y su incremento acompañan normalmente en su discurso -estrategia ya más que trillada y enmohecida- al político de país en estado de subdesarrollo, quien con su visión de poder y con sus propuestas, sin duda logrará que su terruño permanezca en estado de tercer mundo.

Otras tesis no menos importantes sobre la abolición y restricción de la pena y su compleja imposición, aunada al daño social que producen se han planteado a nivel global. “cautela in poenam et primatusprincipii prohombre”[1]No sé si con la inspiración de Dios, o por obra y gracia de E. R. Zaffaroni, Francisco desde su pulpito entra con un magnifico documento a echar una mano y así repensar para el mundo desde el pensamiento de la Iglesia Católica, las desgracias de la pena.

Dentro de tantas consecuencias nocivas y desavenencias que produce imponer penas de manera indiscriminada en un Estado, he hecho tránsito a la investigación acerca de aquella consecuencia que con toda seguridad ha impulsado, -en especial en países como Colombia- el crecimiento del crimen organizado.

Sin duda, los países que contemplan la reacción contra el delito y de manera casi obsesiva pretenden resolver todo con penas, jamás contemplan sus consecuencias.

¿La imposición de la pena como consecuencia del delito genera crímenes organizados? Esta es la pregunta problematizadora sobre la cual descansa mi investigación sobre el tema del ya bien conocido “Crimen organizado”. A base de preguntarme si hipotéticamente podemos juntar delitos y delincuentes en un mismo sitio durante años (Sin contar aquellos que no lo son y que se convierten en tales allí adentro, entre otros por errores judiciales) y luego darle salida a éste grupo humano que se ha quedado sin ninguna opción familiar, social y mucho menos laboral y suponer como Estado, que la política penitenciaria, junto al pensamiento represor y penalizante no ha generado alguna consecuencia. En Colombia por ejemplo, la persecución generada a raíz del tráfico de drogas, ha dejado como resultado un sinnúmero de personas de todo estrato y condición, citadinos, campesinos, jóvenes, viejos, ricos y pobres, condenados y estigmatizados a futuro a buscar quien los comprenda y los resguarde con el inminente y latente peligro de reunirse para vivir de lo que aprendieron en el inhumano y degradante encierro -el crimen-.

 


[1] Audiencia del 23 de octubre MMXIV, del Papa Francisco con las asociaciones de juristas


[1] Audiencia del 23 de octubre MMXIV, del Papa Francisco con las asociaciones de juristas

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André Scheller D´ Angelo