Menores sicarios, víctimas y verdugos del crimen organizado en México.

En México hay unos 5.000 jóvenes presos por la comisión de delitos graves, de los que el 22 % lo son por homicidio, una elevada cifra que empaña una realidad todavía más lacerante, informa Martí Quintana/Efe.

Muchos de estos niños y adolescentes caen en las redes del crimen organizado por problemas familiares, pobreza, desescolarización o adicciones y se ven abocados a incurrir en delitos que les marcarán para siempre.

"La mayoría de los chicos que se enrolan en el crimen organizado viven un infierno. Están en shock, y en su vida imaginaron tener que ejecutar, o descuartizar, a una persona", explicó a Efe el ex delincuente juvenil el Maru, hoy facilitador de procesos educativos en la organización social Cauce Ciudadano.

"Son víctimas del abandono de la protección del Estado, de su familia y de su comunidad, aunque al mismo tiempo victimarios, pues lo primero no les exime de responsabilidad penal", agregó el director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), Juan Martín Pérez.

El resto de menores internados cometió robo con violencia, o portaba arma prohibida, o robo de vehículo, o participó en un secuestro, o cometió delitos contra la salud y el resto es delincuencia organizada, según datos oficiales.

En México, todos recuerdan a Edgar N. "El Ponchis", un niño involucrado desde los 11 años con la delincuencia organizada, quien tras su detención en 2010 con 14 años confesó haber degollado a cuatro personas por órdenes de un narcotraficante del cártel del Pacífico Sur.

"Los niños sicarios son considerados desechables, porque el crimen organizado no busca nuevos líderes ni crear una 'escuela' para que cuando sean mayores sean 'mejores'. Los usa y se deshace de ellos", explicó Pérez.

El Maru coincidió con él y recordó que en la localidad del céntrico Estado de México donde nació, Ciudad Nezahualcóyotl, muchos jóvenes enrolados en el crimen organizado son carne de cañón: "Cuando caen en la cárcel, enseguida contratan a otro".

En este desfavorecido suburbio de la capital, el Maru pasó su juventud como pandillero y acostumbrado a cometer delitos menores como el robo o la extorsión, en un entorno violento pero sin presencia del crimen organizado, recordó.

Con la llegada de los cárteles en la última década, añadió: "Se rompió el código y se rompieron las pandillas. Te puedo decir que el 50 % de mis 'homies' (amigos) ha sido utilizado por el crimen organizado. Tenemos muchos muertos, muchos en prisión y otros que siguen trabajando", dijo.

Enumeró los pozoleros, dedicados a deshacerse de los cuerpos, el que mueve los bultos (cuerpos), el halcón, que vigila las fuerzas de seguridad, el llamado equipo de fuerza -secuestrador- y los torturadores, describió el Maru, que tras alejarse del hampa hace más de un lustro hoy coordina talleres y proyectos para la prevención y atención de jóvenes de barrios conflictivos.

"No te creas que si matas cinco te van a pagar más. Debes entenderlo como una empresa. Antes trabajar para ellos daba muchos ingresos, hoy incluso pagan menos que en una compañía", destacó el Maru, que hoy supera la treintena.

Fuente:  http://www.larazon.es/internacional/menores-sicarios-victimas-y-verdugos-del-crimen-organizado-en-mexico-MC10475548#Ttt1P3lw32k4yf34

 

fuente_original: 
La Razón, 9 de agosto de 2015.